Vivimos en una época en la que el consumo justifica nuestra existencia. No existimos a menos que demostremos nuestras pocesiones y habilidades, y por un tiempo estuve luchando por adaptarme a esa idea.
Hay momentos en los que la vida nos golpea duro, haciéndonos poner las cosas en un orden diferente. De repente, lo que alguna vez pareció innovador o emocionante, simplemente ya no lo es. Vivir en la era digital cuando presionar la tecla de 'eliminar' es relativamente simple, entonces no debería ser difícil respirar profundamente y comenzar de nuevo, ¿Verdad? ¡pero en realidad lo es!
Comencé a tomar descansos de las redes sociales durante el tiempo que comencé a ver como me enfocaba tanto en técnicas y estilo. Borrar mis cuentas de redes sociales ha sido muy liberador. Estuve en las redes sociales durante casi diez años e invertir tanta energía en ese proceso me ayuda a reconocer que ya no tengo la necesidad de lucirme, ¡lo cual es genial!
Las redes sociales me estaban exasperando. Empecé a odiar cómo me seguía comparando con los demás, sintiéndome apresurado como en una rueda de hámster. Descubrí que aspirar a ser creativo estaba perdiendo su brillo. Había una dependencia y una falsa sensación de logro que no me gustaba. No era crítico con lo que estaba haciendo y, de hecho, sentí que con lo que hacia contribuía a lo que denomino como contaminación visual
Estar fuera de las redes sociales me deja sin nada que demostrar, me emociona volver a aburrirme. Con el aburrimiento, obtengo un estado mental relajado que me impide sentir envidia de los demás, o inseguridad por lo que hago. Tengo una nueva apreciación por soñar despierto y construir ideas sobre lo que quiero, y no lo que los demás esperan de mí.