Recientemente, alguien me recomendó ver Touch of Evil (Sed de Mal), una película de Orson Welles estrenada a través de Universal Studios en 1958. Se dice que la versión que vi fue una reedición cercana a lo que el director imaginó. Ver esta película se sintió como una revelación. No es una película con gente bien arreglada en la que todo está limpio y perfecto. Esta película tiene una ambientación sucia, los actores se ven sudorosos y cansados, y hay una trama secundaria sobre diversidad cultural que resuena mucho en la vida real de Estados Unidos.
Hay mucho sobre esta película que me gustó. Pero no depende de mí profundizar en el análisis de personajes y el clima social donde se desarrolla la historia. No obstante, como fanático del cine, no pude evitar sumergirme en la escena de apertura. Muy pocas cosas son tan emocionantes como saber que algo va a suceder. La anticipación es acelerante, y esta película se beneficia de ello. Además, Marlene Dietrich, con su pequeña parte, es un espectáculo en si misma. En estos días, dado que el término 'presencia de cámara' se dice a la ligera, no está de más mirar a viejas estrellas de cine como ella para recordar cómo realmente es la 'presencia de cámara'. Actores de una época en la que al parecer se tomaban su tiempo para desarrollar el personaje, y cada toma era un proceso meticuloso para ahorrar costos. Sin embargo, lo que más me llamó la atención en esta película es el uso de la fotografía, acreditada al cinematógrafo Russell Metty. Para leer la sinopsis y aprender más sobre esta película, visite https://www.filmaffinity.com/es/film127610.html
Sed de Maldad (Touch of Evil) fue la cuarta película asociada con Orsen Welles que he visto. Las tres primeras fueron El Ciudadano Ken (Citizen Ken), La Dama de Shanghai (Lady from Shanghai) y El Tercer Hombre (The Third Man), por lo que anticipé una historia retorcida con una cinematografía dinámica. Es increíble darse cuenta de cuánto se beneficia un esfuerzo creativo de una ejecución simple. Parece que en las películas, al igual que como cualquier otra cosa, cuanto mejor es la tecnología, mayor es la ausencia de claridad. Obviamente, me refiero al contenido, no a la claridad técnica. Poner un espectáculo no lo es todo para mí; asuntos como CGI e imágenes perfectamente reproducidas me hastían, por lo que prefiero la narración simple con un enfoque más directo, como las películas clásicas. En esta publicación, deseo explicar lo que más disfruté de las cualidades fotográficas de esta película.
Uso de Capas
Además del uso del ángulo de visión y el alto contraste entre luces y sombras, otra cosa a la que respondí fue el uso de capas. Es decir, el posicionamiento de los personajes dentro de una escena se sintió muy intencional. En algunas escenas, era consciente de dónde el director quería que mirara y mantuviera mi atención; algo que veo muy necesario en tiempos actuales cuando hay tantas tentaciones de caer desprevenidos.
Encuadres
La experimentación con los encuadres está muy presente en esta película, agregando escala, tensión e incluso humor a algunas escenas. El uso de ciertos encuadres también aporta equilibrio a escenas dramáticas con una prevalencia en sombras oscuras y ángulos bajos. La forma en que son utilizados en esta película crea una alusión al surrealismo mediante el uso de reflejos, distorsión de lentes y expresiones faciales.